viernes, 24 de agosto de 2007

El amor según Woody Allen


Natasha, amar es sufrir. Para evitar sufrir, uno no debe amar. Pero entonces, uno sufre por no amar. Entonces, amar es sufrir, no amar es sufrir, sufrir es sufrir. Amar es ser feliz, ser feliz, entonces, es sufrir, pero sufrir lo hace a uno infeliz, entonces para ser infeliz uno debe amar, o amar para sufrir, o sufrir por demasiada felicidad... Espero que estés poniendo esto por escrito.

- De Love and Death, película de Woody Allen.

3 comentarios:

Ana Cervantes dijo...

Qué buena esta parte del guión!! Allen tiene unos diálogos tan retorcidos como mordaces... Hace poco vi Scoop y dijo algo parecido a esto:

"Yo no soy negativo... si me preguntas si el vaso está medio vacio o medio lleno, te contestaré que está medio lleno... pero de veneno"

Me pareció muy ingenioso, jajaja.

Bss!!

Jesús dijo...

Woody Allen a menudo tontea con la idea de que el amor es tan necesario como doloroso. Con él o sin él, sufrimos. Cruel destino humano según su visión, supongo XD

Cuento algo aquí relacionado, en voz baja, ya que no creo que mucha gente lea los comentarios del blog. El caso es que hoy he cogido un tren que entre el viaje y la hora de retraso me ha permitido pensar un poco sobre este y otros muchos temas. Tengo algo de escritor frustrado, como tanta otra gente, así que sin querer a veces invento personajes e historias para ellos...

Bernar saboreó con tranquilidad la caída de la noche, apoyado en el alféizar de la pequeña ventana de su habitación. El naranja del cielo pasó primero a violeta y más tarde a un azul que acabó muriendo de negro. Unas pocas estrellas, las más brillantes, tililaban valientes entre los edificios, enfrentándose a la contaminación de la ciudad. Mientras un viento cada vez más fresco y atrevido corría entre las calles, la gente dejaba de pasear bajo la mirada perdida de Bernar. Su mente estaba fuera de aquella habitación, de aquellos edificios. Más allá de la ciudad, cerca de las estrellas, navegando entre pensamientos muy perturbadores. La incertidumbre brillaba en los ojos de Bérnar, como un temor escondido al que no podía permitir dejar caminar a sus anchas. Ciertos deseos recorrieron su mente y, peor, su cuerpo, para posarse en su pecho, oprimiendo. Deseos hasta ahora desconocidos para él, y tan desconcertantes como angustiosos. Una idea llamada amor cruzó fugaz por su consciencia desde un rincón escondido de su cerebro, volviendo de nuevo al cuarto trastero de su mente, donde no pudiera ser vista. Asustado por la idea, Bernar cerró atropelladamente la ventana y se metió de un salto en la cama, arropándose con la sábana hasta las orejas. Con un ligero temblor murmuró entre los labios tres letras. Suficientes para estremecerse, suficientes para soñar: "Ami".

Aquella noche, mientras dormía, navegó plácidamente por las rosadas aguas de la pasión humana. Unas aguas calmadas, que mecían levemente su onírica barquita de papel seda entre diminutas olas, sin desvelar el terrible secreto guardado en su interior. La pasión puede ser sosegada al principio, pero pronto se agita salpicando hasta que finalmente vuelca cualquier barca. Bernar sabía que el amor podía ser doloroso en determinadas situaciones. Había leído libros, claro. Pero no tenía muy claro si prefería arriesgar o que le pasara a otros. La cuestión es que, decididamente, había llegado su turno, y no sabía si estaba preparado...


Ains, creo que me aburro demasiado gracias a Renfe, si algún día escribo un libro se lo dedicaré, copón XD Un beso!

Ana Cervantes dijo...

Vaya, realmente bien escrito, jeje, la literatura nace en cualquier parte eeh, sige con esos minirelatos ;-)